sábado, 15 de diciembre de 2007

Sobre lo que uno piensa vivir y lo que realmente vive

Bueno, ya no se cuanto tiempo me he tomado para responder.
No importa mucho, poco o demasiado, ha sido suficiente para poner en orden mis ideas.
Resulta que la idea de tomar decisiones irreversibles, con consecuencias de por vida, me aterra.
¿Porque negarse a la posibilidad de dar un paso atrás, de volver a comenzar todas las veces que quiera, de volver a intentar, una y otra vez?
Eso elegir un camino sin vuelta... que terrible...
Llámalo cabardía, sí, quizás lo es.


Pero en estos días de congoja e indecisión, no hubo salida.
No hubieron decisones, no hubo elección.
No fue blanco, ni negro, ni gris, ni nada.
Fue de todos colores, como siempre, un día rojo, algunas horas verdes, amarillo mientras duermo.
Y estoy aquí nuevamente, mirándome al espejo y reconociendo que desde la última vez, nada ha cambiado.
Que no se cuantos días han pasado, cuantos años, cuantas noches en vela esperando encontrar una respuesta que sé que no existe.

Parece que de todas las alternativas que hay, lo mpas comodo es permanecer sin tomar ninguna.

Bueno, supongo que hay tiempos de decidir y tiempos de regocijarse con el dolor de las dudas.
Porque dentro de todo esto, existe una perversión inherente a mis 23 años.

Como me veo a los 50 años.
No sé, dependiendo del día, de lo que esté haciendo, del libro que esté acaparando mi atención, de diferentes maneras.
A veces como una señora gorda y rosada en una casa grande, llena de hijos y nietos, preocupada del bordado, de la cocina y de la lectura. Con un marido trabajado y una vida sin sobresaltos ni grandes desafíos.
Otras veces como una vieja flaca y con el pelo muy corto, ejecutiva y muy maquillada, llena de compromisos y con un departamento para mi sola. Con mi orden y mi desorden, con mi música y sin darle explicaciones a nadie.
A veces como aventurera, viviendo en un país muy lejano, hablando un idioma que no imagino, asumiendo costumbres y tradiciones que no me corresponden.
Con un casco y zapatos de seguridad en una faena minera.
Con delantal blanco en un laboratorio de biotecnologia.
Frente a 100 alumnos dictando alguna cátedra.

Sabes...creo que me gustaría hacer todo eso...
Un poco de todo...
Ninguna de las opciones me parece detestable ni superior a las otras.
Todas me gustan, y todas son un poco yo también.

Un abrazo...

No hay comentarios: